En los últimos minutos del partido que Banfield jugaba y perdía ante Boca en La Bombonera, en el cual –y pese al resultado- se consagraba por primera vez campeón de la liga mayor del fútbol argentino en su historia, la imagen de la televisión se detuvo por un instante en la cara del entrenador del taladro verde y blanco. Con nombre de guerrero y estadista romano, Falcioni, es de esos técnicos de cara seria, de pocas palabras, y ningún esfuerzo de agradar al periodismo que hace rato dejó de ser deportivo. Rostro poco vendible para marcas de gaseosas, ropas de marca y televisores plasma (¿se imaginan la cara de Falcioni en un televisor de 32 pulgadas de alta definición?). Aunque seguramente algún publicista algo se le ocurrirá.
La cuestión es que el partido terminaba, y el rival directo de Banfield, Newels Old Boys de Rosario perdía en su cancha ante los cuervos de San Lorenzo. Con ese resultado, Banfield, aún perdiendo, era campeón. La imagen se detuvo en la cara de Falcioni que bien podría haber dicho: “La suerte está echada” como su tocayo antes de cruzar el Rubicón. Algo de eso había. Sin embargo la imagen era de contención, de esforzada contención. De vaya a saber cuantas derrotas, ninguneos, burlas y sinsabores. Ya desde el lugar del arquero, que como suelen decir quienes no juegan en ese lugar es el del bobo, lugar que defendió en Velez, América de Cali (con quienes salió campeón de la Liga Colombiana), Gimnasia y Esgrima de la Plata y Once Caldas. Ya como entrenador cargó además la superficialidad estadística de que ningún arquero salió campeón. Que el tiki tiki, que el antifútbol, que la mala cara, tantas páginas y palabras y voces que en diarios, radios y televisión remarcaban que la belleza es de un orden único, fascista y sin discusión.
Por eso es que lo que la imagen devolvía, en las pantallas de los televisores, era la cara de un Falcioni que vivía por fin su momento de gloria y eso era muy fuerte para contener. Después de todo, los duros que no lloran son generalmente actores, como John Wayne, Lee Van Cleef, Clint Eastwood o recientemente Bruce Willis, y así es fácil. Sin embargo, Julio Cesar Falcioni, contuvo esa emoción que retorcía las tripas y deformaba la cara. Después, con el pitido final, con los dos partidos terminados, con los jugadores de Banfield saltando de alegría en La Bombonera, Falcioni desató su alegría y por un momento fue un hincha más que festejaba.
Banfield, el equipo con el nombre de un gerente de los ferrocarriles britanicos, fundado por ingleses y cuyo apodo inmortalizó el gran Alfredo De Angelis con el tango el Taladro, es por primera vez campeón en su historia. Y un duro lo condujo a ese lugar. “Alea jacta est”.
Cafe Azar
Posadas, Diciembre de 2009. -
El que no llora, no mama.
ResponderEliminarDiego Armando Maradona