26 nov 2009

La POLÍTICA de Clarín






Veamos, una de las frases que rodó en la mesa de Mundo Redondo el lunes 23, fue que había que dirimir la relación de fuerzas entre el Grupo Clarín y el Gobierno. También se dijo que esa pelea debía dirimirse de "forma personal". 


Como si la oposición entre ambos no afectara a la sociedad en su conjunto, como si se tratara apenas de una cuestión entre una "facción política" que hoy ocupa el gobierno y un medio.


Hasta ahí el análisis fragmentado al parecer incapaz de ver que no existe acción que no se enmarque en una identidad política e ideológica, palabrita venida a menos como ninguna en las épocas liberales.


Una acción de gobierno se para en una base ideológica que decide cada uno de los pasos a dar, lo cual obviamente afecta a todo el país, y -verdad de perogrullo- a cada uno de nosotros, acordemos o no acordemos con tales pasos.


Lo que es una falacia en todas sus formas es la idea de que un medio de comunicación NO se para también en otra -o la misma- base política e ideológica. No se descubre nada al decir que ningún periodismo es objetivo y que todo relato de la realidad se hace desde algún enfoque, que jamás es omnímodo.


Esta es la esencia de todo relato, y el periodismo no es más que eso, una manera de relatar el mundo, y da lo mismo -en principio- el tamaño y alcance del medio. Solo en principio, porque un medio que se multiplica al punto de abarcar los miles de kilómetros de un país replicándose en cada una de las sucursales que puede conseguir de acuerdo a sus posibilidades económicas, no adquiere multiplicidad de opiniones o voces, muy por el contrario lo que hace es uniformar la misma y única visión que se imparte desde su poderosa unicidad.


Ni falta hace remitirse a las pruebas, no hay rincón del país en el que no se sepa lo que sucede en Buenos Aires, y Buenos Aires tiene tanto para mostrarse a sí misma que no hay manera de que registre lo que sucede más allá de sus fronteras.


Lo que no se puede perder de vista es que esa visión unívoca de la realidad contada por los medios poderosos, es siempre POLÍTICA, siempre IDEOLOGICA. Como no debe soslayarse tampoco que aparentar objetividad es de las peores maneras de hacer política, porque permtirá siempre el discurso acomodaticio de la conveniencia.


Ese discurso acomodaticio se construye con frases hechas y repetidas no hasta el cansancio, sino hasta el logro de la inculcación alevosa de creencias fragmentarias. "La política es mala", "no hay político honesto", "atropello a la libertad de prensa", "caos en la 9 de Julio", "dramática inseguridad", y un número importante pero no infinito de epígrafes de situación que tienen el objetivo de pretender que se informa cuando lo que de verdad se hace es aturdir la capacidad de análisis de una gran masa de personas. 


El vértigo de la realidad cotidiana se acelera a golpes de efecto, y con ese ritmo es difícil hacer la pausa que permita ver quién dice qué cosa, ver qué dicen otros, confrontar el titular de la "tele" con lo que dice la calle y también la historia. Eso lleva tiempo, y hoy se vive del hoy... el pasado, dicen algunos, está para ser olvidado y seguir...


¿Cómo sería nuestra vida, mi vida, si de repente un golpe de dibujo animado nos dejara sin memoria? Yo no sabría quién fui, ni para dónde iba, y tal vez todo dato de otros sobre mí me sonaría sospechoso, tampoco tendría parámetros con los cuales medir la verdad de todo aquello que me dicen... Y si además unos pocos se encargan todo el día de decirme siempre la misma cosa sin más aval que la repetición, ¿en qué me convertiría?




Ese es el sujeto social construido por los monopolios mediáticos: un amnésico aturdido sin tiempo para averiguar quién es y qué quiere, qué le gusta, qué sueña, qué es verdad y qué es mentira. Un amnésico consumidor de cualquier cosa que suponga lo hace un ser real y no habitante del desierto de la virtualidad.


Ese consumidor pasivo es el objeto de todo el periodismo que defienden personajes como Elisa Carrió, cuando dice que es el dinero el que permite la independencia periodística. Idéntico argumento esgrimido cuando se dice que Julio Grondona "con dinero, siempre va a ser presidente de la AFA".
Ergo, Clarín "con dinero siempre va a ser dueño de las noticias". Y un medio periodístico que es un pool económico gigante tiene un único interés en el bien, que no es común sino bien propio.


Cada una de las cientos de empresas que conforman el Grupo Clarín incide directamente en la vida de millones de argentinos, y ninguna de esas empresas está movida por la sensibilidad humanitaria que pretenden los titulares de sus diarios cada vez que repiten "bronca y dolor", "dolor e indignación". 




Por eso no es inocente ni mucho menos desinteresada y objetiva la política periodística. Tal vez el único inocente sea el amnésico aturdido, tratando de pensarlo con la mayor objetividad de la que soy capaz...


Y por eso es necesario todo este debate, porque lo que está en juego, y hoy más que nunca en bienvenida exposición, es la relación política en las acciones públicas.


Porque son acciones públicas tanto las del gobierno como las de los medios de comunicación que forman opinión a lo largo y ancho del país. Tan públicas como las que emitimos desde este blog.






Silvia Machado

1 comentario:

  1. Celebro que se haya disparado la discusión y que haya dado lugar a esta intervención de Silvia que levanta la puntería entre tanto fusilería de salva.
    La batalla es cultural como bien sabía don Antonio cuando escribía sus cuaderni en las cárceles de Mussolini.
    Esta bueno desenmascarar esta oposición falaz de "lo político malo, lo no político bueno" que en realidad encubre ideoligamente o enmascara el carácter político de las acciones de quienes se amparan en lo apolítico.
    El debate sobre los medios puso a la luz precisamente lo contrario: Clarín representa a una fracción política más allá de que no se presente como un partido. Como lo es Primera Edición que sí bien no se presenta como órgano partidario es un instrumento circunstancial al servicio del PRO.
    Lo grave es que en el caso de Clarín y su emprendimiento multimedial junto al diario la Nación con quien comparte intereses empresariales (agronegocios, papel prensa y ainda mais como nos estamos enterando gracias a estas crispaciones mediáticas) ocupa una posición dominante (cuasimonopólica)nada menos que en la principal industria constructora de relatos: los mass media, y el futbol, como el negocio de papel prensa antes, no fue ajeno a la construción de ese poder -apolítico, jaja.
    Es decir, en la principal productora de sentido, de interpretaciones o esquemas de interpretación de la realidad.
    Desde ese lugar batallaron para imponer estas miradas economicistas, apolíticistas que en realidad no hacen más que afirmar un posicionamiento político en téminos de dicotomía entre el bien y el mal que como la inquisición pretende y, en su facilonguismo es muy eficaz, demonizar a lo político toda vez que ficticiamente se puso del lado de afuera del campo del mal.
    Revalorizar la política y los posicionamientos ideológicos es parte de la batalla que hay que dar para sacar los antifaces en los que se ocultan detrás del discurso empobrecedor de la apolítica.

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