3 jul 2010

Maradona, lo inesperado, el melodrama y la dignidad


Otra vez, como un dios. Al principio y al final de todo. Así supo Maradona, y nosotros, construir el gran relato en el cual a veces nos reflejamos – y nos reconocemos - a la perfección, y otras, nos desconocemos. No hay, en esta historia, término medio. “Para mi no hay grises”, dijo D10s en el campo de juego de las conferencias de prensa. Y argentina, la selección jugo a su imagen y semejanza. No creo que esta selección, como en otras en las que participó Diego como jugador, pueda ser olvidada fácilmente. Su voluntad de poder, las “23 fieras” que en este mundial enarbolaron la bandera del (permítanme, por favor, esta metáfora radical, pero no creo que haya otra) matar o morir, sin espacio para especulaciones de ningún tipo. Así jugó, así ganó y así perdió.

En el mundo maradoniano no hay espacio para lo trágico, lo inevitable, lo anunciado (aunque algunos seguramente estarán diciendo: “yo lo dije”). No hay oráculos, ni pitonisas, ni siquiera Casandras que en su propia posibilidad de ver el futuro y anunciarlo está la de no ser creíble, desmontando así la tiranía del destino.

No son, entonces, los dioses griegos ni el pensamiento trágico los que van a interpretar el relato del D10s en estos tiempos. Creo que es la lógica del melodrama, tan latina, tan sudaka, tan nuestra (aunque critiquemos los teleteatros, o anteriormente los radioteatros, quien sabe tal vez por populares) la que nos abre una puerta por donde pensar esta historia.

Desde Fiorito a la cima del mundo, el cielo y el infierno, el traje y el buzo, la sonrisa compradora y el exabrupto, oposiciones que en tensión permanente van contando, capítulo tras capítulo, la novela del héroe popular. En el melodrama, también hay otros personajes, estereotipos sociales que alimentan la narración con sus intervenciones. Pero hay algo más, y es el azar, el arbitrio, lo inesperado, y es en ese punto donde más toma distancia el melodrama de la tragedia. Por eso el fútbol, es el escenario mas propicio, el campo de juego ideal, para estos relatos. No hay destino en el fútbol. Y ahí, el héroe dirime sus glorias y sus fracasos. Ya no alcanza - el llamado por la prensa y las empresas-: “el mejor jugador del mundo”, ni los máximos goleadores, ni el juego vistoso y efectivo que tiño de alegría y confianza otras tardes (o capítulos). Ante lo inesperado ni siquiera la cábala, tiene poder.

Maradona fue la selección nacional en el mundial de Sudáfrica, fueron sus gestos, sus palabras y sus jugadores. Fue morir en su ley, que a su vez, es la ley del arbitrio, de los extremos. Ajeno a razones y especulaciones. Hacía mucho tiempo que no veía jugar una selección con el corazón tan expuesto, tan en carne viva, tan furiosamente visceral. Como pasan las cosas en las telenovelas. Sé que muchos bienpensantes dirán: “eso no es ser inteligente.” Se trata, obvio, de la inteligencia del mercader, del fútbol que se quiere científico, de aquellos a los cuales Maradona pone en evidencia al desarmar los discursos cómodamente asentados.

Hay telenovelas con finales felices, otras no. Recuerdo “Piel naranja” de Alberto Migré que en mediados de los 70 pareció anticipar con su final los años de sangre que vendrían. Hoy se viven otras esperanzas, otros sueños parecen iluminar el país. Y en algún momento tuve la sensación que la fiesta sería eterna. Este capítulo no terminó como esperaba, aunque sentí que había algo de gloria en la derrota. Y ahí estaba, seguro, la mano de D10s.



Café Azar
Sábado 3 de julio de 2010
Posadas, Misiones

1 comentario:

  1. CUANTA VERDAD HAY EN ESTA PUBLICACION!! ES QUE ASI SOMOS LOS ARGENTINOS!!!

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